martes, noviembre 15, 2005

CAPÍTULO PRIMERO: Tim Brest

Tim es detective privado. Tim es lo que siempre había deseado ser. Antes de la ocupación estadounidense, trabajaba en una empresa informática desarrollando software, vivía con sus padres y estaba ahorrando para comprarse un piso. Por entonces, salía con Rebeca, de quien estaba locamente enamorado. Rebeca hubiera sido la madre de sus tres pequeños.

Al finalizar la guerra, con los bolsillos vacíos, decidió partir de cero y dedicarse a aquello que siempre le había apasionado. Desde pequeño, quiso parecerse a algunos de los personajes interpretados por su actor favorito: Humphrey Bogart. Alquiló un pequeño apartamento en el centro de la ciudad y empezó a sobrevivir a lo Philip Marlowe.

Y no le va mal. Sus investigaciones, en estos tiempos tan necesarias, le aportan el dinero suficiente para comer y cubrir gastos. Y ha conseguido que su cama nunca esté fría gracias a sus dotes de seducción y sus artes amatorias.

Hoy amanece un nuevo día en su oficina. A mediados de Noviembre aún no ha llegado el frío, tal y como es costumbre en estas fechas. Abre la ventana para comprobar como las temperaturas han descendido unos grados con respecto al día de ayer y piensa que lo que menos le apetece en esos momentos es salir a la calle. Pero no tiene otra opción. A las 11 se celebra el funeral por su último cliente en la iglesia de Helping Mary, a pocas manzanas de allí.

El señor Miike contrató los servicios de Tim a principios de la semana anterior tras descubrir que sus inmediatos superiores en la empresa para la que trabajaba estaban llevando a cabo una enorme estafa contra la compañía. Miike desapareció al día siguiente del contacto con Tim sin dejar ningún tipo de rastro y ayer fue encontrado muerto bajo un árbol a la orilla del río que cruza la ciudad por uno de sus laterales. Tras leer la esquela en un periódico local, Tim decidió que lo mejor sería acercarse a la iglesia e intentar averiguar qué había pasado. Por supuesto, si Miike no hubiera pagado por adelantado, Tim ni hubiera puesto el despertador esta mañana.

Cogió su gabardina y su sombrero de color gris y abandonó la oficina. Nunca olvidaba su paquete de tabaco, pero esa mañana se lo dejó encima de la mesa.


Continuará...